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Un simple recordatorio de un hijo y la carta de un padre

Historias para leer, amar y contar... por Kenneth Franceschi Rodríguez

Un bonito mensaje de fe...

    Era un día como cualquier otro.  Un lunes mas que me levantaba para ir a la escuela, en donde cursaba el 8vo grado.  Recuerdo que desde temprano en la mañana estaba lloviendo, y mi padre me ofreció llevarme hasta la escuela.  Yo a pesar de mi edad tenía mucha fe en las cosas y pedía a Dios porque todo lo que quisiera se me lograra.  Una buena nota, una cita con alguna chica del colegio etc.  Tenia más confianza en Dios que en cualquier amigo, tanta que hasta nos tratábamos de Yo.  Llego la hora de salida y allí, frente al portón de la escuela estaba mi padre con sombrilla en mano, listo para llevarme a casa, después de un día de clases un poco mojado.  Llegué a mi casa y después de terminar mi tarea, fui a jugar un poco con mis hermanos, haciendo barquitos de papel para que se fueran con la lluvia.  Mas tarde, a eso de las 9:00pm, mientras pasaba por el despacho de mi padre camino a mi cuarto, lo escuché gritar un poco molesto.

 

-         iSeñor!, ¿Por qué me has abandonado?, ¿Por qué ya no me ayudas en mi trabajo? y ¿Por qué ya no puedo resolver mis problemas?, ¿Ayúdame a conseguir una promoción en mi empleo?

 

 

    Cautelosamente, entre al despacho de mi padre y simplemente le puse  mi mano para que la tomara y me acompañara a un lugar.  Él me acompañó hasta la parte posterior de nuestra casa, donde ubica la piscina.  Él me preguntó que ¿Qué hacíamos allí?, y yo le contesté.

 

-         ¿Para qué me traes hasta aquí hijo?

-         Solo escucha y mira con atención lo que pienso de lo que gritaste en el despacho.

-         Pero que podrías tu decirme, tu no sabes nada, son cosas de adultos.

-         Escucha le dije, (poniendo un pequeño barco de papel en la piscina)

-         Tú eres el pequeño barco que no sabes en que dirección dirigirte, Dios es el viento quien te guiara hacia puerto seguro si tu se lo permites. Los problemas son el agua, quien poco a poco hace  que el barco de tu vida se hunda en ellos.  Solo tu decides que vas a hacer con tu vida, Dios te ofrece el empujón, pero eres tú el que decides si lo tomas o lo dejas.  Si decides estancarte en los problemas, te ahogaras y entonces será tarde para lamentarte.  Así que tu escoges que harás. (Luego me retiré sin esperar una contestación de mi padre. (Él se quedó pensando cerca de la alberca por unos minutos, mientras el pequeño barco de papel se iba hundiendo.

 

 

    Al día siguiente, me levanté para ir a la escuela, pero encima de mi gavetero había un sobre sellado que decía: Para mi hijo Tom, De: Tu Padre.

    Lo abrí con desespero, porque mi padre nunca había hecho eso.  La carta decía lo siguiente:

    Querido hijo:

   

    Perdona que sea tan cobarde como para pararme frente a ti y darte las gracias por el ejemplo de anoche.  Te confieso que cambiaste mi vida en el día menos pensado.  Gracias a ti me di cuenta de los errores que estaba cometiendo y de las actitudes que debía de enmendar.  También me enseñaste que la culpa de mis problemas la tengo yo y que soy yo quien decide si salir de ellos o estancarme en ellos.  Gracias a ti he decidido aceptar el empujón de Dios y salir adelante con su ayuda, mi esfuerzo y tu cariño. 

 

Te Ama:

TU PADRE

 

 

   Hoy día tengo 18 años y comenzaré estudios universitarios en la Universidad de Florida.  Mi padre es un hombre victorioso y tiene su propio negocio.  Logró casarse, luego de llevar 6 años de viudo y les digo que juntos, él, mi segunda madre, mis hermanos y yo no podemos estar más dichosos de la vida.  Somos muy felices, porque pudimos todos gracias a mi ejemplo enmendar algún error de nuestras vidas.  Mi padre escribió un libro sobre sus experiencias antes y después de la lección que le di.  Espero que mi ejemplo ayude a otros como mi padre a tomar las riendas de su vida.

A veces decimos cosas que no queremos y culpamos a Dios de nuestros problemas, yo referente a ésta historia solo puedo decirles algo que leí una vez...  Pongan sus problemas en las manos de Dios, de todos modos el no vá a dormir en toda la noche... no recuerdo la autora