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Una lección de amor y de coraje para triunfar

Historias para leer, amar y contar... por Kenneth Franceschi Rodríguez

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    Había estado esperando por mucho tiempo poder contar algo que en realidad mueva el corazón de una persona y que indiscriminadamente la impulse a amar a los demás.  En una etapa de mi vida en la que nada me llamaba la atención, puse mi corazón y mi mente a trabajar en conjunto, a que ambos buscaran una respuesta a las preguntas simples de nuestra vida.  Fue entonces cuando me di de cuenta de que no todos somos iguales.  No lo digo porque a algunos les falte alguna extremidad o tengan alguna otra discapacidad, que a lo largo no son ningún problema.  Me refiero a que hay personas que tienen las partes de su cuerpo completas, pero carecen de lo más importante, el amor por los demás.  Pero un nuevo día vendrá, un día lleno de sorpresas, un día en el que todos tengamos que sentirnos incapacitados y aceptar que lo estamos.  Tuve una conversación con una joven que estaba en silla de ruedas y que estaba con la inquietud del suicidio porque simplemente no había aprendido a vivir con las dificultades que tenia.

-         Yo no sirvo para nada.  (Me dijo ella con firmeza.)

-         Eso es lo que dices.

-         Es porque lo sé.

-         Bueno, esa es la primera cosa estúpida que te escucho decir.  Tu puedes lograr lo que quieras, pero para lograrlo tienes que ser fuerte y luchar

-         Te es fácil decirlo, pero lo he intentado, lo he intentado muchas veces.

-         ¿Pero lo has intentado con el corazón?

-         Tu no sabes.

-         ¿Yo no sé que?, ¿Que tienes miedo de luchar?, ¿Qué tienes miedo de triunfar?

-         No sabes lo que es intentar, e intentar, e intentar y nunca llegas a ninguna parte.  Tu no tienes ese problema que tengo yo porque tú eres literalmente perfecto y yo nací así, condenada a una silla de ruedas para el resto de mi perra vida.

-         Que fácil es sacarle el pecho a los obstáculos según tu.

-         La gente como tu no sabe.

-         ¿La gente como yo?

-         La gente como tu no saben lo que es que las hieran.  (Me dijo ella con lagrimas en sus ojos.  Porque tu no tienes sentimientos.  La gente como tu no siente nada.

-         ¿Tu te crees que eres la única persona en el mundo que tiene problemas?  Permíteme decirte algo de la gente como yo.  (Le dije tomándola por las manos.)

-         La gente perfecta como yo tiene dudas, tiene problemas con las novias, porque ellas prefieren a otro que es más perfecto que yo.  La gente como yo se encuentra a menudo con personas que las odian porque no son como ellos quieren que seas. Les he dicho cosas horribles a mis amigos porque no quieren confiar en mi, luego es esa misma gente la que viene a pedirte ayuda y consejo.  Yo simplemente les digo que soy un hombre normal, con defectos y con virtudes, con valor y que tengo ideas que aportar al mundo, sé que he fallado y que en algunos casos los he decepcionado.  Soy de esas personas que se levantan cada mañana y se paran frente al espejo para decirse a sí mismas que son un fracaso.  Odio tener que mirar a mí alrededor y ver que la gente funciona normalmente y que la gente es victoriosa.  Me duele, me duele mucho el que yo no pueda ser así, el que no me sienta capaz de pararme frente a alguien y decir Te Quiero, o de ofrecer una mano amiga, solo porque tengo miedo de hacer las cosas bien y de dejar de fracasar.  Para demostrarme a mí mismo que puedo hacer las cosas.  No importa todo lo duro que trate nunca es suficiente para mí, porque sé que yo puedo dar más, el problema es que no me atrevo, y aun así te atreves a decirme que soy perfecto.

 

    Esa fue nuestra conversación, luego de los ocho minutos que perdimos discutiendo quien era perfecto y quien no, aquella joven cuyo nombre era Sheila y yo nos fundimos en un abrazo que duro por lo menos unos 20 minutos más.  Luego de que nos separamos no tuvimos o por lo menos yo no tuve el valor de mirarla a los ojos y decirle adiós o simplemente hasta luego.  Actualmente no se nada de ella, pero me quede con la satisfacción de que ambos nos dimos una lección de valor que cambiara nuestras actitudes por el resto de  nuestros días.

 

 

- Kenneth Franceschi Rodríguez-

Todas las historias contenidas en éste libro son de mi autoría, pero ésta tiene mi firma abajo, porque en realidad me sucedió fue un momento muy dificil para mi porque mi amiga Sheila no aceptaba su condición.  Yo como amigo solo podia decirle y puedo decirle a ustedes amigos que uno puede ser minusvalido y ser más útil a la sociedad que una persona que sea literalmente perfecto o que goze de salud física y nunca desarrolle su capacidad de amar...  yo digo se es más útil haciendo cosas pequeñas bien hechas que decir cosas y nunca hacer nada... 

 
Estar enojado por lo que no tienes es desperdiciar lo que tienes. (Sacado del Librito de Istrucciones de Dios parte II