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Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde...

Historias para leer, amar y contar... por Kenneth Franceschi Rodríguez

La juventud se desvanece, y muchas otras cosas se pierden, pero el amor secreto de una madre permanece para siempre...

    El 14 de agosto de 1999 fue el día más triste de mi vida y les voy a contar porque.  Me llamo Amanda, vivo en Chicago y les voy a contar la triste historia de mi vida.  Mi padre era o es drogadicto y alcohólico, actualmente está en prisión y nunca he querido volverlo a ver.  Mi madre es la persona más irresponsable de este mundo.  Tengo yo dos hermanos, y vivimos en un edificio residencial junto con mi madre y mis dos hermanos.  Desde muy pequeña mi madre abusaba de mí, solo de mí, ella salía de trabajar y luego se iba a beber con sus amigas y a buscar hombres.  Recuerdo que cada viernes llegaba a casa con uno diferente.  Mis hermanos y yo pasábamos días sin comer, porque mi madre no cocinaba y me obligaba a hacerlo, pero como yo apenas era una niña no sabia hacer muchas cosas y ella me golpeaba.  Pero en fin, me logre escapar de aquel infierno y ya nunca mas volví a saber nada de ella ni de mi familia.  A los 18 años quede embarazada, pero callé por mucho tiempo que lo estaba y ocultaba mi barriga de los demás.  Mi novio, al igual que mi padre me abandonó cuando le dije que estaba embarazada y que él tenia que responder como el padre que era.  Él me replicó que él no sabia si ese hijo era suyo porque yo era una cualquiera y que me acostaba con el primero que me lo pidiera, cosa que no era cierta, la cuestión era quitarse la responsabilidad, era un cobarde.  Con el tiempo la barriga se iba notando cada vez mas y ya entonces no podía callarlo más.  Me expulsaron de la escuela y me encontraba sola en este mundo.  Como no contaba con el apoyo de nadie, me volví muy rebelde y estaba yo decidida a tener el hijo, con el único fin de hacerlo sufrir tal como mi madre lo había hecho conmigo.  Cada día que pasaba mas odiaba al niño que llevaba adentro.  Intente dos veces corridas abortar, pero no pasó.  Intente suicidarme, pero no tuve éxito.  En fin, una señora que para mí fue un ángel, me recogió de la calle, me ofreció trabajo en su casa como sirvienta y me pagaba por mi trabajo.  Me quería mucho y me lo demostraba.  Pronto le tome yo un cariño muy especial y la considere como mi madre.  Ella me convenció de que debía de querer, amar y respetar la criatura que llevaba adentro.  Entonces no me quedaron dudas de que aun existe amor.  Decidí tener el hijo, entonces me cuidaba un poco mas, ya no bebía, no fumaba e iba a una terapia de grupo para poder sacar todos los rencores de mi mente.  En una noche, era sábado, Yolanda, la que se convirtió en mi madre y amiga, me ofreció que como ya estaba en mi tercer mes de embarazo me debía ir a hacer un sonograma, para ver el proceso de crecimiento de mi bebé.  Estaba yo muy ilusionada con todo lo que estaba viviendo.  Comencé a estudiar una carrera corta para poder ayudar económicamente con los gastos de mi embarazo, y para poder aportar económicamente a  Nana Yoly, como cariñosamente le decía con los gastos de la casa.  Nana Yoly se preocupaba mucho por mí, y el día de mí cúmplenos me llevo a cenar y me compro mucha ropa nueva.  Ese día lloré lo que nunca había llorado de felicidad en toda mi vida.  Luego con la ayuda de Yoly y yo,  compramos una casa mucho más amplia para las dos y para mi futuro hijo, su nieto como ella lo llamaba.  Ambas éramos muy felices.  Con mucha dedicación y esfuerzo logramos terminar nuestra casa, hicimos una reunión de amistades para inaugurarla.  Un tiempo después ella me había hecho un baby-shawer donde recibí muchos regalos para mi bebé y para mí.  Llegó el 9no mes de gestación, tan esperado por las dos era el día 14 de agosto de 1999 y una amiga me  iba a llevar al hospital para acompañarme en mi parto mientras conseguía comunicarme con Yoly a su trabajo, para indicarle que iba hacia el hospital.  Pero ése día ocurrió lo inesperado, de camino hacia el hospital, mi amiga y yo, fuimos impactadas por un conductor ebrio.  El mismo impacto en la parte trasera a mi auto, con tal magnitud que salí yo literalmente volando por el cristal delantero del vehículo.  Mi amiga se fracturó su pierna derecha y hubo que operarle una de sus muñecas, pero yo desgraciadamente estaba muy mal.  Nos llevaron al hospital de la ciudad en ambulancia, cuando llegamos, ya Yolanda estaba en la sala de espera, cuando de repente ella me vio entrar en la camilla, pregunto que sucedió y estaba ella muy nerviosa.  Dos horas y media mas tarde yo reaccioné.  Le permitieron a Yolanda pasar a verme en eso el doctor entro a examinarme y lo primero que hice fue preguntarle por el estado de mi bebé, cuando recibí la triste noticia de que lo había perdido en el accidente y que había quedado estéril por la fuerza del impacto.

 

 

Amanda Becker Lewis- Pudo volver a su casa con Yolanda al mes del accidente.  Ahora tiene 22 años es estudiante de Administración de Empresas en Florida, tiene un novio quien es el sobrino menor de Yolanda quien tiene la misma edad de ella y él es estudiante de Justicia Criminal.  Ambos están el cuadro de honor y esperan graduarse, trabajar y poder casarse y adoptar una pareja de niños.

A veces somos muy cobardes como para aceptar que cometemos errores y el la vida nos la pasamos hullendo de ellos.  El hehco de tener un hijo es un regalo maravilloso, puede ser que uno al momento no esté preparado sea por la razón que sea para tenerlo y darle lo que uno realmente quiere.  Pero una niñez feliz no depende unicamente de lo económico, también depende del amor.  Por lo tanto lo abortos son una opción a parte de inhumana, está provado que el daño psicológico es enorme.  Si no deseas a tu hijo porque lo consideras un error, ten en cuenta que el error no fue de la criatura, sino de sus padres, y si no lo deseas existen otros medios como la adopción pero ten siempre presente que el amor de una madre es algo que nunca se puede comprar, quebrar ni mucho menos olvidar, porque es algo que nunca desvanece... 

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